09 noviembre 2009

Los niños bastardos del Vietnam

Aprovechando que estos días ando por Vietnam , os rescato un interesante articulo publicado por El periodico hace unas semanas y escrito por el periodista afincado en la zona Adrían Foncillas.
Trata sobre los "Bui Doi" (hijos de la basura) , nacidos durante el periodo de la guerra (1962-1975) fruto de una relación entre un soldado americano y una doncella vietnamita, todos ellos abandonados en orfanatos. Actualmente sobreviven como pueden en las calles del país , hay unos 50.000 y són los grandes apestados de este país.
Particularmente no me he encontrado cara a cara con estos supuestos hijos de la basura , almenos aqui en Saigon , supongo que durante el día se hacen invisibles o se ganan la vida recogiendo basura (no sabeis la gran cantidad de gente que vive así) , os dejo con el articulo.


Patear el culo estadounidense alimenta el orgullo del pueblo vietnamita, que aún esta semana repartía medallas a los mártires. En la escala meritoria bélico-social, el sótano lo ocupan las semillas del enemigo, los bui doi o hijos de la basura, condenados por sus ojos azules, pelo ensortijado o su piel oscura.En 1969 coincidieron en Vietnam más de medio millón de soldados norteamericanos, con dólares frescos de cebo para las empobrecidas mujeres locales. Cuando el último de sus helicópteros partió en 1975 de Saigon (hoy Ho Chi Minh), atrás quedaban unos 50.000 hijos. Han superado la treintena y siguen atados a una vida miserable. En una sociedad tan tradicional, la ausencia de padre priva de estatus. Además, el mestizaje siempre ha sido oprobioso aquí: incluso las bellísimas hijas de la ocupación francesa fueron despreciadas. 

Sin acceso a la educación, muchos bui doi son hoy golfos callejeros, delincuentes o mendigos, ajenos al otro gran milagro económico asiático. Sus biografías encadenan calamidades. La madre de Phan Anh Nhung era camarera en un bar en Nha Trang. Tras dar a luz, conoció a un vietnamita y dio a la hija bastarda que la avergonzaba a un matrimonio. "Lloré cada día. No fui a la escuela, trabajaba en la carnicería familiar. Me pegaban y me trataban mucho peor que a sus cinco hijos. Comía las sobras. Mira esta cicatriz en el tobillo, me cortaron el músculo con un cuchillo. Me recordaban que era hija de una puta y un enemigo. A los 16 años huí a Ho Chi Minh y recogí basuras". Tras dos divorcios y tres hijos, Phan vende fideos instantáneos en su miserable casa de alquiler.

Un diario estadounidense publicó en 1986 la foto de un niño tullido vendiendo flores. La presión social sobre la deuda de Washington con esos críos condujo a la aprobación de la ley de regreso de amerasiáticos un año después. Un giro afortunado: la sangre mestiza que les había atormentado les daba ahora la ciudadanía estadounidense. La ley era laxa: bastaba con haber nacido durante la guerra (1962-1976) y algún rasgo físico lejanamente occidental. El 90% fueron aceptados. Más de 23.000 bui dois y 67.000 familiares cruzaron el Pacífico. Pocos cumplieron el sueño americano. Analfabetos y sin hablar inglés, la mayoría continuó en los márgenes sociales. Luego se supo que muchos vietnamitas pudientes pagaban a los bui doi para simular ser sus familiares y acompañarles. Les solían abandonar tan pronto aterrizaban. En el consulado estadounidense en Ho Chi Minh también se destaparon chanchullos. La actitud cambió. El 11-S terminó por darle la vuelta al calcetín de la ley: hoy los requisitos son tan exigentes que cierran la puerta a los bui dois. Necesitan aportar documentos, encontrar al padre, que este les reconozca y una prueba de ADN.

La madre de Pahn fue a buscarla 20 años después. Perdió el interés de nuevo en su hija tras comprobar que no había medrado. Pero Pahn consiguió el nombre de su padre: el marine Harry D. Swaney. Primero se cartearon. Después se comunicaron por internet. A través de la webcam, Phan ya intuyó que las cosas no le iban bien. Como a tantos otros combatientes en Vietnam, los traumas le han impedido integrarse en la sociedad. Entre ambos juntaron el dinero para que volara a Vietnam. El tipo avejentado y con aires de vagabundo que aterrizó en el 2006 se parecía poco al gallardo soldado de la foto que Phan aprieta contra su pecho. 

"Fue la mejor semana de mi vida. Nos abrazamos y lloramos al vernos. Hablamos mucho, me pidió perdón. Dormíamos abrazados, como si yo fuera una niña pequeña. Lo necesitaba yo tanto como él. Después se fue. En los últimos años no he podido encontrarlo. Temo que sea un indigente o haya muerto"

Recogiendo basura

Es difícil encontrar mayor paria que un bui doi. Nguyen Than An es un den bui doi, el hijo de un soldado negro. No chirriaría jugando a baloncesto en Harlem. Esa montaña de músculos, equivalente a dos vietnamitas medios, no le iría mal a la policía o al Ejército. Pero su piel le impide acceder a trabajos del Estado o a fábricas, aunque la razón oficial sea cualquier otra. Vietnam cerró ejemplarmente su guerra civil, pero en algunos trabajos aún se exige un "historial limpio", un padre que luchara con el norte comunista. Muchos conductores de bicitaxis son excombatientes del Sur que vieron cerradas las puertas laborales. En ese contexto, un den bui doi lo tiene negro. 

Nguyen junta 100 euros al mes recogiendo basura. Su novia es bui doi. Es habitual que se busquen frente al desprecio social. La cincuentena de bui dois de Ho Chi Minh tienen lazos férreos."Me he acostado con muchas mujeres porque creían que tenía papeles y que las llevaría a Estados Unidos. En el fondo me despreciaban. En el colegio, el profesor y los niños se reían de mí. Venían todos y me pegaban. Luego, si pillaba a uno o dos solos les molía a palos. Quiero irme a mi patria, a Estados Unidos. No soy vietnamita, soy negro. Aquí solo tengo mala vida. Mis hijos aquí también serían discriminados". Nguyen es absurdamente optimista. Creció en un orfanato. No sabe quién es su padre ni su madre.

Pahn encontró a su padre a través de la oenegé Red de Búsqueda de Niños Amerasiáticos, el nexo entre exmilitares y bui dois y madres que se buscan. El tópico de la madre prostituta solo se cumple en un tercio de los casos. El resto eran trabajadoras en las bases militares y los hijos son fruto de noviazgos más o menos sólidos. Muchos militares prometieron volver, y algunos lo han cumplido. 

La organización ha logrado reunir a unos 300 militares con sus hijos, un porcentaje ínfimo de las búsquedas. Aquí se recoge cualquier dato (nombre del padre, donde sirvió o regimiento) y la rama en Washington busca a los soldados. No es fácil: muchas veces las madres no recuerdan nada. Mientras el norte se acercaba victorioso hasta Saigón, el miedo llevó a la pira cualquier prueba comprometedora: los soldados del Sur tiraban sus uniformes; las mujeres, las fotos con soldados estadounidenses y cualquier recuerdo o documento de los que ahora son exigidos.

Hung, colaborador de la oenegé, aclara que el problema sigue tras la localización. "Muchos ignoraban que tenían un hijo, o se desentienden porque ya han formado una familia y Vietnam es un recuerdo doloroso. Otros mienten, dicen que no estuvieron aquí. Duele no conocer a tu padre, pero aún más saber que no te quiere. Muy pocos se alegran".

Homosexual

Es difícil encontrar mayor paria que un den bui doi. Thai Quoc Hung es un den bui doi homosexual. Su madre conoció a su padre en la base militar que limpiaba. La víspera de la retirada prometió regresar. Cansada de esperar, dio a Thai a sus abuelos. "La he perdonado, comprendo sus razones. Quiero encontrar a mi padre y preguntarle por qué nos abandonó. Mi madre dice que es un buen hombre. Me quiero ir de aquí. Un día quiero pasear sin que cuchicheen a mis espaldas".

Hung resume las posibilidades de que pisen Estados Unidos algún día: "Ninguna". Los hijos de la basura, vivo recuerdo de los compromisos de Washington incumplidos con Vietnam del Sur, seguirán con su irónica condena: despreciados en Vietnam por estadounidenses, vetados en Estados Unidos por vietnamitas.

Nota :  Articulo de "El Periódico" 20.09.09 

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