27 abril 2008

Mañana lo dejo (libro)

Os decía que el otro dia me compré la biografia de Pedro García , sí , por el nombre os pensais que es la biografia de un sufrido mileurista cualquiera , pero no, es de un ex-deportista, ex-waterpolista y ex-campeón olímpico nada menos , y que defendió en 565 ocasiones el casquete azul o blanco con la bandera nacional que se ponen los waterpolistas al saltar (lanzarse) a la piscina.
Repito la cifra si os habeis despistado: 565 veces internacional (no es moco de pavo), que se suele decir . Creo que en el fútbol quién más ha vestido la "roja" lo ha hecho en 130 ocasiones nada más, así que imaginaos . Aunque del waterpolo siempre tenemos noticias por España, nunca sabemos ni siquiera los equipos que compiten en la liga (o que esta existiera).

Ahora ando leyendo esta interesante biografia , que acerca primero al lector a las visicitudes y vivencias de aquella selección que se forjó a principios de los 90 , y que conquistaron una plata y un oro olimpico (en Barcelona'92 y Atlanta'96). Un relato plagado de anécdotas divertidas y curiosas, ya que Pedro y algunos componentes de aquella selección , como su inseparable Pedro Rollán (en su época mejor portero del mundo, y que se quitó la vida hace un par de años). Efectivamente, primero se narra el crecimiento de ese grupo , sus vivencias personales , tanto deportivas como extradeportivas , su éxito (deportivo) , y cómo posteriormente el mundo de la noche y el espiral que ello conlleva lo arrastra hacía una caida libre , cuándo ya el deporte se convierte en algo secundario en su vida, o simplemente le llega la hora de la retirada.

"Vivíamos bien, jugábamos, nos entrenábamos, descansábamos y salíamos. Ganábamos dinero como seleccionados y nos comíamos el mundo_ Y algunos nos los bebíamos".
Empezó a esnifar cocaína con 20 años, pero asegura que la droga no le sirvió para jugar mejor:
"Nunca consumí para rendir más. El consumo de cocaína y alcohol era para mí la fiesta, la diversión: cuando acababa una competición lo celebraba, aunque no hubiera nada que celebrar. A partir de 1998 estaba tan enganchado que consumía jueves y viernes por la noche; el sábado daba una excusa para no entrenarme y el domingo iba al partido".
Y me estremezco cuando detalla los motivos por los que comenzó a consumir cocaína:
"Porque me permitía beber sin sufrir los efectos indeseables del alcohol. Yo llevaba una moto grande y me daba miedo conducir borracho, así que... ¡Qué forma más tóxica de pensar! ¡Me parecía más seguro conducir metido de coca! Era adicto e inventaba cualquier mentira para seguir consumiendo".
Se sentía un triunfador, no un adicto, por el mero hecho de ser campeón mundial. No le pillaron en ningún control antidopaje porque hacía "parones de consumo" para evitarlo, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que todo lo que le rodeaba -su entorno, sus amigos, su familia y su trabajo- se deterioró.
Lo intentaron recuperar para el waterpolo, pero ya era un caso perdido. Ingresó con Rollán en un centro de rehabilitación -el Marenostrum -, después de darse cuenta de ya no podía culpar a nadie de sus desastres.
El primer día de terapia le preguntaron su nombre: "Yo soy Pedro García, el campeón olímpico", respondió, pero el terapeuta le corrigió: "No, Pedro, tú eres un adicto, un alcohólico y un cocainómano". "Y tú, un hijo de puta", contestó llorando el deportista.


Y este es el texto de la contraportada del libro :

Pedro García (Toto) y Jesús Rollán llegaron a Barcelona con 17 años y con ganas de comerse el mundo. Y, efectivamente , llegarían a formar parte de la generación de oro del waterpolo español, la selección que brilló en Barcelona'92 y que nos daría numerosos títulos y medallas olímpicas.
Más de 2 décadas después, uno de sus protagonistas nos descubre la historia oculta de aquella selección, su caída en la adicción y hasta qué punto está presente la droga en el deporte de elite. Entre miles de anecdotas divertidas y trágicas , Pedro nos narra cómo reveló su adicción a sus compañeros y entrenadores poco antes de la cita olímpica del 92 , el rechazo que padeció por ello y cómo se las ingenió para superar los controles que le permitieron participar en la olimpiada.
Hasta que su cuerpo y su mente dijeron basta.
La suya es una historia real de aventuras juveniles , de éxitos deportivos y de reconocimiento social. Y también una historia de destrucción personal y de soledad a causa de la adicción. Pero sobre todo es una historia de superación. Con esfuerzo y ayuda profesional, Toto logró escapar del alcohol y la cocaína, y ahora ayuda a otros a hacerlo como terapeuta.
Es su gran triunfo en la vida.



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